Gregorio Condori Mamani, un “cargador” cusqueño de los años 50´s, cuenta que su compadre le dijo: “Si tu mujer va a vivir a tu lado bendecida, no va a morir, cásate. Entonces, -narra su mujer- como yo no era casada con mi anterior marido, ni él era casado con ninguna de las mujeres con que había convivido, ambos dijimos: ¿O podemos estar bien si nos casamos? Bueno recibiremos bendición.” Lo malo es que la fecha del casamiento se postergo por tres o cuatro meses a causa de ella, porque “no podían entrar los rezos en mi cabeza y eso que me enseñaban todos los días”.
Nuestra realidad tiene mucho de ello. Escuchamos en la prensa, en los diarios, en los libros, en las noticias, en los debates, por los candidatos, en todo ámbito y en todo nivel hablar de democracia. Discutimos sobre los derechos de uno y otros, de las elecciones, instituciones, dictaduras, entre tantas cosas, pero aun así vivimos en una democracia postergada.
El problema no es cuanto escuchemos sobre democracia, sino cuanto de conciencia y vocación democrática tenemos para asumirla. En realidad muy poca.
Miramos con contemplación como un país se desangra en conflictos sociales, tildando a la población de “extremistas”, “violentistas”, “izquierdistas” “antimineros”, etc., sin entender que hay gente que necesita ser escuchada y que no siempre la voluntad del gobierno es la voluntad del pueblo. Convivimos y aplaudimos a la corrupción, justificándola con “roba pero hace obras”, aún sin importar si es el dinero del Estado. Aplaudimos a nuestras alcaldes con mediana divinidad, sin pensar que están al servicio de su pueblo. Aun así hablamos de democracia.
Pero si la democracia está en crisis ¿Para que la necesitemos?
Muchas podrían ser las respuestas, talvez con cierto desdén democrático, pero no cabe duda que a pesar que nos encontramos en crisis, la necesitamos porque es la única creación política que ha permitido alcanzar la igualdad y libertad que necesita un sistema jurídico y político, aunque suene ideal. La democracia es tan buena y perfecta que ha permitido que sus propios enemigos se encuentren en el poder. Sin duda que hay mucho por hacer, pero la democracia no necesita ser escuchada y comentada, sino practicada en todo ámbito y en todo nivel, es tener una militancia ciudadana.
Johann Oporto
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Source: Cusco Noticias
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