Como mencionamos en una anterior columna, a nuestro juicio hay una ausencia de gobierno en la Provincia de Cusco. No solo por la carencia de políticas  y planes para la ciudad; sino también,  por esa característica singular de tener un alcalde demasiado alejado de la población. Y no es solo el caso de su ausencia física con los administrados, sino el hecho de tener demasiadas horas de vuelo en gestiones desconocidas, lo que convierte al burgomaestre en un gobernante poco subsidiario y sin liderazgo.   
Esta vez, el Concejo Municipal del Cusco aprobó por mayoría el viaje del Alcalde a Turquía. El informe insólito de la Oficina de Cooperación Técnica, incluía al primer regidor, sin embargo el Concejo tuvo a bien solo permitir la participación del Alcalde. Pero vamos, aprobar la participación es una exageración. El Comité de Protección al Patrimonio Cultural de la Unesco es una instancia donde solo participan los estados partes, salvo que el propio Comité tenga a bien invitar a otra organización gubernamental o no gubernamental. Algo que en el presente caso no ocurre; o sea, el señor alcalde sin la seguridad de tener un espacio de participación viajara a las tierras de Fatmagül a exponer el problema del mamotreto de Saphy, y por lo que vemos sin una estrategia política, menos diplomática.
En el Concejo Municipal hemos cuestionado esta decisión y obviamente votamos en contra del viaje. Considerábamos que no podíamos acudir a una instancia internacional sin antes agotar la interna, y sobre todo porque este comité es una especie de tribunal de los patrimonios culturales. Se encarga de administrarlos en su registro, de observar su respeto a la Convención Sobre la  Protección al Patrimonio Mundial, Cultural y natural,  y de retirarlos de la lista de belleza universal si se evidencia un desacato a la Convención.
Entonces, siendo la Municipalidad la entidad responsable tanto por acción como por omisión del nefasto “caso Saphy”, no es prudente ni estratégico acudir a las instancias internacionales de mutuo propio, no es de sentido común quejarse al Comité Protector cuando eres el principal responsable. Entiendo que en el fondo existe un pesimismo sobre el tema, la empresa inversionista ya ganó una sentencia de amparo la cual fue apelada, pero pretender que la presión internacional (al estilo Greenpeace) sea suficientemente fuerte para generar una posición de auto culpa por la empresa hotelera, es bastante ingenuo y podría suponer abandonar la batalla política y judicial en el fuero interno.
El tema del caso Saphy se ha convertido en una novela, es un espejismo para no observar el problema de fondo que es la incapacidad de solucionar un caso que pone en peligro nuestro legado histórico. Perdón, me corrigen: ¡es un cuentaso! 
 Aarón Medina
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