Por: Nelson Enrique

La decisión de PPK trastocó profundamente el escenario provocando la polarización que estamos viviendo.

Como quehacer humano, la política tiene ciertas regula­ridades entre las cuales se puede identificar una deter­minada periodicidad. En el Perú, entre las festividades de fin de año y el año nuevo, el verano, las vacaciones y el receso parlamentario habitualmente los primeros meses del año son de calma relativa, políticamente ha­blando. Hacia abril las clases se reanudan en colegios y universidades, el poderoso gremio magisterial presiona por sus demandas, se reactivan las reivindicaciones la­borales, el parlamento entra al debate y el panorama se calienta.

Los meses de mayo a septiembre son previsiblemente momentos de amplia movilización social, y de octubre a diciembre se vive la resaca de los conflictos acumulados, se cierran determinados temas y se ponen en la agenda los nuevos problemas y aquellos cuya solución no se ha alcanzado. Ese es el panorama en tiempos normales.

Esta periodicidad fue profundamente alterada cuando a cinco horas de la Nochebuena el presidente Pedro Pablo Kuczynski anunció que concedía el indulto y la gracia presidencial a Alberto Fujimori. La relación entre el in­tento del fujimorismo de vacarlo y esta decisión ha sido ampliamente analizada y aunque el presidente y el par­tido de gobierno lo nieguen las evidencias que desde entonces se han ido acumulando demuestran que no se trató de un “indulto humanitario” sino del precio pagado en una negociación política entre PPK y Kenji Fujimori, a cambio de que éste lo salvara la vacancia.

La decisión de PPK trastocó profundamente el escena­rio provocando la polarización que estamos viviendo. En el habitualmente tranquilo mes de enero se sucedieron cinco grandes movilizaciones levantando una deman­da ampliamente coreada en contra el indulto, “¡Que se vaya PPK!”.

El debate sobre la vacancia gira ahora en torno a los plazos para que ésta se produzca, dada la crisis de go­bernabilidad provocada por PPK. La tendencia dominan­te apunta a esperar que se produzca el interrogatorio de Jorge Barata, en torno a las responsabilidades en los hechos de corrupción del caso Lava Jato, y el pronuncia­miento de la Corte Interamericana de Derechos Huma­nos sobre el pedido de anulación del indulto y la gracia presidencial a Fujimori. Es poco probable que PPK llegue al 28 de julio como presidente. En estos días se vive un compás de espera con las expectativas puestas en lo que vaya a decir Jorge Barata ante los fiscales peruanos.

Para los implicados en el escándalo Lava Jato el interro­gatorio a Barata puede tener consecuencias devastado­ras. Lo que diga o no diga puede significar el final de la carrera política de los acusados y eventualmente podría colocarlos en prisión, por corrupción (el candidato fuer­te, claro, es Alejandro Toledo).

¿Qué se puede esperar del pronunciamiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el indul­to concedido por PPK a Fujimori? Las reacciones des­templadas de la bancada fujimorista, y la carta enviada por el presidente del parlamento, el ahora fujimorista Galarreta, al presidente de la República, parece ser un preanuncio de cuál será la reacción del fujimorismo ante el eventual desconocimiento del indulto y la gracia pre­sidencial concedida a su líder histórico.

Tampoco puede perderse de vista en el análisis que Keiko Fujimori no ha mostrado durante estos años un gran entusiasmo por el indulto a su padre. En vísperas de que Alberto Fujimori fuera liberado, los lugartenien­tes de Keiko, Becerril y Salaverry disparaban alegre­mente contra el patriarca de la familia, y ésta, a través de su bancada, saludó el indulto señalando que discre­paba “en la forma”. Por su parte, Kenji anotó el escaso entusiasmo puesto por su hermana en la lucha por la li­bertad de su padre, atribuyendo a Ana Vega y Pier Figari la responsabilidad que atañe a la jefa de ambos.

Cómo terminen la puja por la vacancia, por la anulación del indulto a Fujimori y los destapes del caso Lava Jato van a tener importantes consecuencias en la lucha entre Keiko y Kenji Fujimori por el caudal electoral fujimorista y en su propio porvenir político.


Source: El Sol