En la actualidad, los estudiantes de periodismo sa­len de la facultad de Ciencias de la Comunicación con una idea utópica de la profesión que han elegi­do. Algunos piensan dirigir medios. Otros creen que cubrirán conflictos sociales. Hay quienes creen que transmitirán en directo partidos de fútbol Y existen otros que simplemente quieren dedicarse a labores comunicacionales.

La realidad es que el periodismo se ha convertido en un trabajo peligroso, en lo que a la seguridad personal de los profesionales se refiere.

No hace falta irse tan lejos para comprobar que la espléndida profesión es peligrosa. Lo tenemos en nuestra región.

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Ayer el periodismo volvió a estar de duelo. El re­portero Dante Dennis Aguilar Miranda, correspon­sal de América Televisión falleció en la madrugada en un accidente de tránsito cuando viajaba junto a otro grupo de hombres de prensa a la provincia de Chumbivilcas.

Dante Aguilar se trasladaba junto a los periodistas Nilo Romero, Héctor Curi y el camarógrafo Daniel Yapo a cubrir la aparición de una falla geológica en la comunidad campesina de Luto – Cututo.

En esa localidad la falla pone en peligro a más de 36 familias campesinas.

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Romero, Curi y Yapo resultaron con varias lesiones y fueron trasladados al hospital Regional del Cusco para su atención. Hoy todos están fuera de peligro.

El alcalde provincial de Chumbivilcas, David Vera Castillo, refirió que el accidente se produjo en el sector de Cunguyoc, distrito de Ccapacmarca, en tanto, la camioneta en que se trasladaban pertene­ce a la empresa Codiresa.

Y es que el periodismo, en su conjunto, representa una de las profesiones más peligrosas porque sim­plemente, carecemos de seguro de vida en el cum­plimiento de nuestros deberes.

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Otras veces algunos periodistas manejan informa­ción al más alto nivel y eso no gusta a muchas ‘au­toridades’. En pleno siglo XXI, la información sigue siendo sinónimo de poder, y controlar todos los re­sortes informativos se convierte en una tarea prio­ritaria.

En este contexto, los pretendientes a oligarcas de la información practican con demasiada frecuencia el ‘juego sucio’ contra los periodistas, con lo que ponen en peligro de manera alarmante, la libertad de información.

Es aquí cuando el debate se enciende, ¿hasta dónde deben llegar los periodistas en su afán de comuni­car la verdad (ya sea periodismo de investigación o con fines de entretenimiento)? La respuesta es una sola: el periodismo es una profesión que requiere esfuerzo y, sobre todo, amor a informar con objeti­vad y veracidad, llegando a la propia ‘fuente de la información’. Y en ese camino, estuvo este grupo de periodistas que pretendió llegar hasta Chumbivilcas pero no pudo hacerlo porque la tragedia rondó en este viaje.

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De igual, en la otra vertiente, las presiones y chan­taje hacia los profesionales son muy diversas: misi­vas amenazantes tras la aparición de una informa­ción, listas negras de medios ‘enemigos’, cartelería en las calles indicando nombres de periodistas y dando sus direcciones o números de teléfono.

Y, sin duda alguna, una salida a este fenómeno glo­bal pasa por la proliferación de medios de comu­nicación independientes, exentos de coacciones. También hacen falta profesionales que quieran ser libres, amantes de la verdad. Y, por supuesto, se precisa un refuerzo en la protección del secreto de las fuentes. El ejemplo de Dante Aguilar y de los otros colegas, así lo amerita. Así sea.

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Source: El Sol