Llegaron bajo la sombra de los tradicionales ‘mata­perro’, ‘robaluz’, ‘comepollo’ y ‘planchamelacamisa’ y estaban decididos a cambiar de rumbo y recuperar el prestigio y la credibilidad del Congreso de la Repúbli­ca. Al menos ese era el compromiso inicial de la ma­yoría de los no tan nuevos legisladores que ocupan a la fecha las 130 curules del hemiciclo.

En lo que respecta a nuestra cédula de parlamen­tarios cusqueños, pertenecientes a varias bancadas, los cinco legisladores coincidían en señalar que su tarea estaría basada en fiscalizar al presente gobier­no sin obstruir ni entorpecerlo y, al mismo tiempo, trabajar en forma conjunta por la Capital Histórica del Perú.

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Benicio Ríos Ocsa (APP), Armando Villanueva Merca­do (AP), Nelly Cuadros (FP), Wilbert Rozas Beltrán (FA) y Edgar Ochoa Pezo (FA) debieron destacar no sólo por su juventud y sus ganas de trabajar por el desarrollo regional, sino debieron demostrar la su­ficiente capacidad de quienes les dejaron la posta. Nos referimos a los ahora ex parlamentarios Verónica Mendoza, Rubén Coa, Hernán de la Torre, Julia Teves y Agustín Molina quienes, salvo excepciones, since­ramente defraudaron con creces a todos.

Nuestros actuales representantes ante el Legislativo debieron ponerse la camiseta del pueblo que los eli­gió, pero eso no ocurre hasta el momento, ni mucho menos podría ocurrir. Y es que el Parlamento, en es­pecial nuestra representatividad debería establecer nexos con el Poder Ejecutivo para hacer más funcio­nal el sistema de gobierno, y para ello se necesita que, mediante acuerdos de gobernabilidad, se logre consolidar una participación parlamentaria que le brinde estabilidad a las autoridades regionales y edi­les, así como le brinde a nuestra región, por lo menos una presencia de importancia en la política peruana.

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No nos olvidemos que el primer reto del actual Par­lamento era someter las leyes importantes a doble votación, y realizar un esfuerzo especial para dar le­yes de mayor calidad. En ese sentido, se requería reforzar el trabajo de comisiones, y que las mayores discusiones se dieran a ese nivel, y que las propues­tas legales lleguen al Pleno más concertadas.

Cusco como una de las principales regiones del país, necesita del consenso de sus parlamentarios y nece­sita, sobre todo, una agenda común de trabajo para que temas importantes como el proyecto gasoducto sur peruano o, el propio aeropuerto internacional de Chinchero, no sean dejados por el régimen de PPK.

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Mientras los congresistas de Arequip se han reunido en ene oportunidades para unificar criterios en de­fensa de los intereses de su región, lamentamos que los cusqueños no hayan logrado plasmar criterios co­munes y una agenda de trabajo por lo menos en lo que resta el presente año. Debemos especificar que los grupos políticos han evidenciado de quiénes es­tán cerca del Ejecutivo y, uno de ellos precisamente, es Alianza Para el Progreso y Fuerza Popular a la que pertenecen dos legisladores cusqueños. Finalmente, reiteramos que a nuestros cinco nuevos represen­tantes les sigue esperando una tarea de consolida­ción. No nos sigan defraudando más de lo que han hecho hasta el momento. Principalmente, pidan la opinión del pueblo cusqueño y, por lo menos, traten de vincularse un poco más con la sociedad civil y las propias autoridades ediles de las trece provincias. El Parlamento no tiene por qué desperdiciar la oportu­nidad de convocar y tener las opiniones de las orga­nizaciones populares, así como de técnicos externos para lograr el desarrollo de nuestra región. Ahí conti­núa el reto de nuestros legisladores. Así sea.

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Source: El Sol