Según Contraloría la corrupción en diferentes niveles de gobierno, causaron perjuicio económico de hasta 22 millones de soles en el 2020

Con la llegada del COVID-19, muchos países en todo el mundo adoptaron una serie de restricciones para introducir estrictas medidas sanitarias y restringir la movilización social a fin de evitar los contagios. En el Perú hicimos lo mismo. Sin embargo, las debilidades institucio­nales y casos de corrupción estructural que aún permanecen en diversas áreas del Estado, plantearon un reto al des­empeño del gobierno para hacer frente a la pandemia, y claramente esto se vio reflejado en los pésimos resultados ob­tenidos en algunos aspectos claves en materia de salud y la propia reactiva­ción económica.

Recientes reportes muestran al Perú como uno de los peores países en el mundo en la gestión de la pandemia, ocupando el primer lugar en exceso de fallecidos —con más de 1,000 muertes en exce­so por millón de habitan­tes— por la COVID-19 y el mayor exceso de muertes expresado como porcenta­je de las muertes normales durante el mismo período. Similar situación pasó en el manejo de la economía durante la emergencia sa­nitaria, siendo en la región Latinoamericana, el país que experimentó la mayor contracción de su PBI en el segundo trimestre 2020, con una caída del 30%.

El deficiente desempe­ño demostrado no podría ser atribuido a la falta de asignación presupuestal. Durante el primer año de la pandemia, el gobierno destinó casi 125 mil millo­nes de soles a la atención de la pande­mia. Son las fallas en la administración pública y la gestión de los recursos — entre ellas la corrupción e inconducta funcional— las que explican mejor este nivel de performance.

En los gobiernos subnacionales, su­mando el perjuicio extrapolado solo en entidades de gobiernos regionales y lo­cales, el ranking de daño patrimonial en términos de monto en nuevos soles se ha mantenido muy similar al año 2019, con excepción de Huancavelica, que habría subido siete posiciones, encon­trándose entre los cinco departamentos con los mayores montos de daño por corrupción e inconducta funcional. De igual manera, vemos ligeros cambios al interior del top 5, resaltando el caso de Piura, que sube dos posiciones, ubicán­dose en la región con mayor monto de daño patrimonial por corrupción e in­conducta funcional a nivel de gobiernos subnacionales.

Entre los departamentos que confor­man el top 10, se observa que regiones como Áncash, Junín y Cusco se man­tienen dentro del ranking, mientras que aparecen algunas nuevas regiones, ta­les como Ayacucho y Apurímac. Al res­pecto, cabe destacar que, durante la emergencia sanitaria, Apurímac fue una de las regiones donde diversas denun­cias públicas y resultados de servicios de control por los órganos fiscalizado­res de la Contraloría identificaron pre­suntas irregularidades en la adquisición de bienes médicos, como fue el caso de la compra de ambulancias por más de S/ 3.6 millones de soles. Si bien, ante las alertas del órgano de control se pu­dieron advertir oportunamente algunas situaciones que conllevaron a que la entidad declare la nulidad de la cues­tionada licitación, dichos casos reflejan deficiencias de control interno que pro­bablemente han favorecido malos ma­nejos en la administración de los recur­sos públicos en varias entidades.

Resultados

Según Contraloría, el presente estu­dio -a través de una extrapolación del perjuicio económico identificado en servicios de control posterior, nuestro indicador de corrupción e inconducta funcional- estima que el daño patrimo­nial producido por la corrupción y la in­conducta funcional en el 2020 asciende a poco más de los S/ 22 mil millones -equivalente a 12.6% del presupuesto ejecutado-, siendo la mayor incidencia en los gobiernos regionales (15.7%) y locales (17.6%), en tanto que en el caso del gobierno nacional la incidencia asciende a 10.3%. A nivel departamen­tal, la incidencia se concentra en las regiones de Huancavelica, Moquegua, Callao, Ucayali y Tacna. Además, se ob­serva que Lima Provincias, Cusco, Apu­rímac, Ayacucho e Ica son las regiones que más han escalado en el ranking, alcanzando tres de ellas (Lima Provin­cias, Apurímac y Ayacucho) el top 10 del ranking de incidencia.

Por otro lado, continúa siendo nece­sario reflexionar sobre los efectos de la corrupción. En particular, sobre lo que ha significado este fenómeno para la democracia peruana y la legitimidad de sus instituciones en el último año. Existen importantes avances en la ge­neración de evidencia sobre los efectos de la corrupción en la productividad empresarial, la corrección de externa­lidades y la capacidad del Estado para proveer bienes y servicios públicos; sin embargo, el impacto que produce este fenómeno en la gobernabilidad ha sido menos explorado. Si bien a nivel teó­rico podemos suponer que existe una correlación entre corrupción y gober­nabilidad, así como entre la corrupción y la legitimidad de las instituciones de­mocráticas, este es un campo que aún requiere evidenciar los conductores que podrían explicar dicha relación.

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Source: RPP