Por: César Sandoval

El presidente Pedro Pablo Kuczynski continúa en su mandato al haberse desestimado la moción de vacancia presidencial. Ahora le toca al Dignatario retribuir esta decisión con acciones de gobierno. Políticamente se ha apostado por la gobernabilidad del país, y a partir de ahora el objetivo de su administración debe centrarse en un aspecto: abrir el diálogo social.

Con tal fin, el Gobierno tiene que definir y precisar un norte para revertir el criterio popular de gobierno débil, esa imagen negativa de algunos agentes comprometi­dos con la corrupción, con el Mandatario citado por la comisión investigadora del Congreso del caso Lava Jato.

Además, hay intranquilidad social por el bajo nivel de bienestar, progreso y desarrollo; por el aumento del precio de la canasta familiar diaria; por la proliferación de la delincuencia e inseguridad ciudadana; por la iner­cia en la reconstrucción en las regiones afectadas por el Fenómeno El Niño.

Por ejemplo, en la región Piura, la población del Bajo Piura sufre mucho para desplazarse a la ciudad por asuntos de salud u otros servicios. Esta es solo una de las muestras que generan una alta desaprobación del Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Lamentablemente, de­bido a esta situación, gran parte de la población de esa localidad pasará una precaria celebración de fin de año.

(adsbygoogle = window.adsbygoogle || []).push({});

De allí la importancia de ese diálogo social con los diver­sos sectores del país, basado en una agenda con puntos concretos para mejorar el bienestar ciudadano, en los diferentes ámbitos, con una regulación real, concreta y objetiva, modernizando inclusive el espacio de lo públi­co.

El diálogo constituye un elemento imprescindible de go­bernabilidad y del progreso económico y social. Ese fac­tor debe abrir debates, discusiones, propuestas viables, mejorar el conocimiento de la realidad laboral y econó­mica de los peruanos; es una tarea que los legisladores han olvidado.

Es importante retomar ese camino porque toda demo­cracia se sustenta en la representación de los intere­ses de las mayorías, como asociaciones empresariales, sindicatos de trabajadores, organizaciones representati­vas, instituciones académicas, entre otros.

Recordemos que el Acuerdo Nacional nació como meca­nismo para fortalecer la democracia, pero en la práctica constituye un saludo a la bandera porque normativa­mente no está institucionalizado y no es vinculante; y porque solo ha servido para la fotografía, puesto que las políticas aprobadas por los partidos políticos participan­tes quedan en el papel.

Confiamos en que el Gobierno abrirá la puerta del diá­logo social por el bien del país, de la población, de la democracia y de la gobernabilidad, elementos básicos que garantizan el progreso de una nación joven como la nuestra.

(adsbygoogle = window.adsbygoogle || []).push({});


Source: El Sol