El Ministerio del Interior señaló que varios atacantes suicidas provocaron una explosión ante el centro an­tes de atacar el interior

Un brutal ataque el jueves reivindicado por el grupo extremista Estado Islámico devastó un centro cultural chií en la capital afgana. Varias personas murieron y muchas otras resulta­ron heridas con quemadu­ras graves producidas por las intensas explosiones. (Foto: AFP)

Un brutal ataque el jueves reivindicado por el grupo extremista Estado Islámico devastó un centro cultural chií en Kabul. Varias per­sonas murieron y muchas otras resultaron heridas con quemaduras graves producidas por las intensas explosiones.

La agencia de noticias Aa­maq, vinculada al grupo EI, dijo que se habían emplea­do tres ataques y un ata­cante suicida que se inmoló dentro del centro, un edifi­cio de dos pisos donde se habían reunido decenas de personas para conmemo­rar la invasión soviética de Afganistán en diciembre de 1979.

La descripción de la agen­cia coincidía con los relatos de los testigos, que dijeron que un agresor había lo­grado entrar en el centro y se había inmolado con ex­plosivos. Otras explosiones golpearon el edificio que también alberga la agencia de noticias proiraní Afghan Voice, otro posible blanco del ataque.

El portavoz del Ministerio del Interior Najib Danish había dicho antes que va­rios atacantes suicidas ha­bían provocado una explo­sión ante el centro antes de atacar el interior.

En su comunicado a la agencia Aamaq, la milicia radical dijo que el centro estaba financiado por Irán y se utilizaba para propagar creencias chiíes.

Ali Reza Ahmadi, periodis­ta de la Afghan Voice, dijo a The Associated Press que estaba en su oficina cuando la explosión sacudió el edi­ficio. Subió corriendo de su oficina en el segundo piso a la azotea donde vio cómo salían llamas del sótano.

“Salté del tejado hacia el sótano, pidiendo a la gente que trajera agua para apa­gar el fuego”, dijo.

La sala de urgencias del cercano hospital de Istiqlal se vio sobrepasada por los muertos y heridos, indicó el director del centro, Mo­hammed Sabir. Se pidieron refuerzos de médicos y en­fermeros para ayudar y en el momento de mayor acti­vidad, más de 50 médicos y enfermeros trabajaban para salvar a los heridos, la mayoría de los cuales su­frían quemaduras graves.

La cifra de víctimas siguió subiendo a lo largo del día. Para el final de la tarde se habían contabilizado 41 muertos y 84 heridos, in­dicó Wahid Mujro, portavoz del Ministerio de Sanidad Pública.

El centro cultural, un edi­ficio de dos plantas, se encuentra en el humilde barrio de Dasht-e-Barchi, de mayoría chií, en la zona oeste de la capital. Se trata de una estructura sencilla rodeada por viviendas de adobe en las que viven al­gunos de los más pobres de Kabul.

La filial afgana del grupo Estado Islámico, formada por extremistas suníes, ve a los chiíes como apóstatas. La rama del grupo EI en Afganistán agrupa a milicia­nos uzbecos del Movimiento Islámico de Uzbekistán, que se separaron de los taliba­nes, y a insurgentes des­encantados que han aban­donado a la más grande y establecida fuerza talibán.

Ante el aumento de los ata­ques contra chiíes en Kabul ha crecido el miedo entre los vecinos de la zona. La mayoría de las escuelas tienen guardias armados adicionales salidos de la po­blación local. Aun así, Ra­mazandada dijo que la se­guridad en el centro cultural era escasa.

El presidente de Afganis­tán, Ashraf Ghani, describió el ataque como un “crimen contra la humanidad”.

“Los terroristas han matado a nuestra gente. Los terro­ristas han atacado nuestras mezquitas, nuestros lugares sagrados, y ahora nuestro centro cultural”, indicó en un comunicado publicado por el palacio presidencial, en el que afirmó que estos atentados son ataques con­tra el islam y “todos los va­lores humanos”.

Por otro lado, seis niños pastores de entre 8 y 10 años murieron en la pro­vincia norteña de Balkh al estallar una bomba cami­nera, según el gobernador del distrito de Dawlat Abad, Mohammad Karim.

Afganistán tiene la cifra de víctimas por minas más alta del mundo. Se cree que cada mes 140 personas mueren o resultan heridas por minas y otras bombas colocadas en los caminos del país.


Source: El Sol