Por: António Guterres

Nos encontramos en un momento decisivo para los derechos de la mujer. Las desigualdades históricas y estructurales que han dado lugar a la opresión y la discriminación están saliendo a la luz como nunca antes. Las mujeres están pidiendo que no se toleren ni las agresiones sexuales ni el acoso ni la discrimi­nación.

El activismo y las campañas llevadas a cabo por ge­neraciones de mujeres han dado fruto: más niñas van a la escuela; más mujeres tienen un trabajo re­munerado y ocupan cargos de responsabilidad en el sector privado, los círculos académicos, la política y las organizaciones internacionales, como la ONU; la igualdad de género se consagra en numerosas leyes; y prácticas como la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil se prohíben en muchos países.

Empero, más de mil millones de mujeres carecen de protección jurídica frente a la violencia sexual en el hogar. La desigualdad salarial en el mundo es del 23% y alcanza el 40% en las zonas rurales, y el tra­bajo no remunerado de las mujeres pasa desaperci­bido. Y sin una acción concertada, millones de niñas serán mutiladas genitalmente en el próximo decenio.

(adsbygoogle = window.adsbygoogle || []).push({});

Ahora sabemos que el acoso y los abusos sexuales han sido una constante en los lugares de trabajo, los espacios públicos y los hogares en países orgullosos de su trayectoria en materia de igualdad.

Las Naciones Unidas deberían servir de ejemplo al mundo. En el equipo directivo hemos alcanzado la paridad de género y estoy decidido a que ocurra lo mismo en el resto de la organización. Además, tra­bajamos en colaboración con países de todo el mun­do para prevenir los casos de explotación y abuso sexual cometidos por el personal de las misiones de mantenimiento de la paz, hacerles frente y ayudar a las víctimas.

El empoderamiento de la mujer es un tema central de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Si avanzamos en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, avanzaremos también en la causa de todas las mujeres.

(adsbygoogle = window.adsbygoogle || []).push({});

Seré claro: no se trata de hacer un favor a las mu­jeres. La igualdad de género tiene que ver con los derechos humanos, pero también redunda en inte­rés de todos: hombres y niños, mujeres y niñas. La desigualdad de género y la discriminación contra la mujer nos perjudica a todos.

Ha quedado demostrado que invertir en las mujeres es la forma más eficaz de que las comunidades, las empresas y los países prosperen. La participación de la mujer hace que los acuerdos de paz sean más só­lidos, que las sociedades sean más resilientes y que las economías sean más pujantes.

Es hora de que los hombres apoyen a las mujeres, las escuchen y aprendan de ellas. Es primordial que haya transparencia y rendición de cuentas para que puedan alcanzar todo su potencial y nos ayuden a todos a prosperar en la comunidad, la sociedad y la economía.

* Secretario General de las Naciones Unidas

(adsbygoogle = window.adsbygoogle || []).push({});


Source: El Sol